No soy flor de invernadero

Miraba los reflejos de la luz del sol sobre las aguas del estero. Un sol radiante a mediodía, con un cielo celeste y despejado de nubes más propio del último mes de primavera que de los albores del invierno. Pero no pude mantener mucho tiempo la mirada sobre el paisaje. La intensidad de la luz reflejada me obligó a cerrar los ojos.

No sé hasta qué punto se podría afirmar que sobre el escenario político ha surgido como novedad una tendencia “franquista” o “fascista”. O de “ultraderecha”. El caso es que se hace. Hay rédito mediático (en primer lugar) y electoral. Yo sigo viendo a los mismos mamacallos y zurcefrenillos defendiendo los intereses de los explotadores sobre los explotados. No veo más novedad que su falta de complejo a la hora de plantear sus ataques a los más básicos derechos de la clase trabajadora.

Conozco un partido político de corte franquista, fundado por un ministro franquista, que tuvo un Presidente de Honor franquista, que defiende y gestiona medidas ultraderechistas: el Partido Popular. La única diferencia entre éstos y los “nuevos” es un finísimo velo. Es la forma mediática de transmitir la estrategia, más descarada, extravagante y sin ambages. Lo demás sigue igual.

No nos llevemos las manos a la cabeza, que “los nuevos” ya estaban, y estos fulastres se dedicarán a hacer lo único que saben hacer: vender y venderse. Enfrentarnos y dividirnos. Mas la sociedad está alerta. No tiene miedo. Aún sobra ciberactivismo donde falta diálogo y mirarnos a los ojos, pero estamos en el camino correcto a pesar de las sombras. Y como decía aquella canción de la “Unidad Popular”… venceremos.

Cuando abrí los ojos, volví a dirigir mi vista al paisaje. En apenas un minuto la luz del sol había perdido intensidad, y las calmadas aguas del estero se dejaban observar para transmitir calma y esperanza. Justo lo que había venido a buscar.

La próxima vez, vendremos juntos.

El Paterr
Presidente del ARMI