El «cuerpo repartido» de Violeta Parra

«El exiliado del sur» es un poema de Violeta Parra que Patricio Manns convirtió en canción con el título de «la exilada del sur» (sí, «exilada«). El grupo «Inti Illimani» grabó una de las mejores versiones. La canción llegó a incluirse en los repertorios de grupos de rock, como «Los Bunkers«.




En el folklor existen formas extrañas de poesía, como el «cuerpo repartido», decía el mismo Patricio Manss para situar el estilo del poema de Violeta. Es una vieja tradición chilena, no existe en el continente americano nada parecido.

Hagan su equipaje, nos vamos a hacer la ruta de «la exilada del sur» y verán en qué consiste esta forma de poesía llamada «cuerpo repartido». Nos vamos a Chile y tomamos su capital como referencia visual de los lugares y recorridos…

Un ojo dejé en Los Lagos
por un descuido casual.
El otro quedó en Parral
en un boliche de tragos.
Recuerdo que mucho estrago
de niño vio el alma mía.
Miserias y alevosías
anudan mis pensamientos.
Entre las aguas y el viento
me pierdo en la lejanía

En esta primera estrofa la autora inicia los versos en su país, Chile, repartiendo sus ojos entre Los Lagos y Parral. Unos 600 kilómetros de distancia entre ambos lugares.


Mi brazo derecho en Buin

quedó, señores oyentes.
El otro por San Vicente
quedó, no sé con qué fin.

Los brazos abarcan Buin y San Vicente, acercándose a la capital. Curiosamente aparece por ahí un «San Fernando» que para nada alude a cierto Borbón como es el caso de nuestra ciudad.

Mi pecho en Curacautín,
lo veo en un jardincillo

El recorrido toma el sendero del sur del país, poniendo el pecho de la poeta en un pequeño jardín de la comuna de Curacautín, en la región de la Araucanía.

Mis manos en Maitencillo
saludan en Pelequén

Las manos, rumbo norte, ya han pasado la capital. Y a pesar de la distancia, el saludo llega a casi 300 kilómetros de distancia.

Mi blusa en Perquilauquén
recoge unos pececillos.

 

Obviamente la blusa (parece ser que en el original figuraba la palabra «falda» y no «blusa») no es una parte del cuerpo. Pero no es difícil averiguar que se trata de la zona del vientre. Seguro que los pececillos son del del río Perquilauquén se extiende por 190 kilómetros.

Se me enredó en San Rosendo
un pie al cruzar una esquina.
El otro en la Quiriquina
se me hunde mares adentro.

Un pie que tropieza en San Rosendo y otro que se hunde en Quiriquina.

Mi corazón descontento
latió con pena en Temuco.
Y me ha llorado en Calbuco
de frío, por una escarcha.
Voy y enderezo mi marcha
a la cuesta de Chacabuco

El corazón triste de Violeta traza el recorrido más largo. Partió con tristeza desde Temuco desplazándose al sur, donde rompió a llorar en Calbuco, donde se helaron sus latidos. Así, emprendió su corazón emprendió la marcha rumbo norte, hasta la Cuesta de Chacabuco, una de las entradas a la capital Santiago de Chile.

Mis nervios dejo en Graneros,
la sangre en San Sebastián.
Y en la ciudad de Chillán
la calma me bajó a cero.

Toca repartir nervios, sangre y calma. Engranajes de un corazón que se quedó frío. En la población de Villa Alegre (Chillán), Violeta vivió parte de su niñez.

Mi riñonada en Cabrero
destruye una caminata.
Y en una calle de Itata
se me rompió el estrumento.
Y endilgo pa’ Nacimiento
una mañana de plata.

Después de un tramo en Cabrero donde se dejó «la riñonada», se le rompe «el estrumento» (instrumento), que bien puede referirse a la guitarra o a su propia voz. Termina de repartir su cuerpo en un nuevo comienzo: eso es lo que se desprende de «una mañana de plata en Nacimiento».

Desembarcando en Riñihue
se vio a la Violeta Parra.
Sin cuerdas en la guitarra,
sin hojas en el coligüe.
Una banda de chirigües
le vino a dar un concierto.
Desembarcando en Riñihue
se vio a la Violeta Parra.

Estos últimos versos fueron un añadido de Patricio Manns, dedicados a una Violeta Parra que regresa por el lago Riñihue y es recibida con música.

En este poema Violeta Parra vuelve a compartir sus sentimientos, recuperando la fórmula de «cuerpo repartido». A nadie se le escapa que la vida de la autora de «Maldigo del alto cielo» está llena de tragedias y tristezas. Aún así, pudo terminar dando «Gracias a la vida«.